jueves, 2 de septiembre de 2010

Chiriquí, ¿el próximo Bocas? La Prensa 3 sept 2010




Rodrigo Marciacq


La provincia de Chiriquí es, por metro cuadrado o por habitante, la mayor productora de alimentos y de energía hidroeléctrica del país y, en consecuencia, las aguas, los suelos y el ambiente son de máxima importancia para los chiricanos.

Vivimos en un mundo de cambios constantes y acelerados, pero afortunadamente la mayoría de estos cambios representan claras ventajas y oportunidades para nuestro país, sobre todo en el campo agropecuario y de producción de alimentos.

Si esto es evidente, ¿por qué no apreciamos y actuamos sobre las tantas oportunidades que se nos presentan? Algunas razones: En Panamá no existe una política agropecuaria definida, con componentes como seguridad y soberanía alimentaria, estrategias de innovación e investigación, agricultura familiar y alternativa con su mínima dependencia de recursos externos, desarrollo tecnológico, comercialización y exportación, la cadena de frío y otros elementos que, sin duda, indicarían la impostergable necesidad de reinventar y reestructurar todo el andamiaje institucional público, junto a procesos de descentralización y nuevas relaciones de integración con los productores.

Lamentablemente, continuamos retrocediendo en materia de producción de alimentos y estamos estancados en innovación e investigación. En el gobierno del cambio ya perdimos un año completo en cuanto al agro, y por los vientos que soplan, pareciera que continuaremos retrocediendo, dependiendo cada vez más de importaciones y causando constantes aumentos de la canasta básica familiar. Como ejemplo, el año pasado la producción de arroz bajó en cerca de 20%, convirtiéndonos de país autosuficiente a uno dependiente de las volátiles condiciones del mercado externo.

De acuerdo a éstas y tantas otras realidades, ¿cuál debe ser el principal elemento de perfil de los funcionarios encargados del sector agropecuario y del ambiente? Obviamente el de agente de cambio. Estos deben ser personas instruidas y muy bien informadas, de experiencia, innovadoras y creativas, de liderazgo y capacidad para escoger y trabajar con un buen equipo, y que sepan de dónde venimos, dónde estamos, y sobre todo ¡hacia dónde vamos!

Hace escasos meses se celebró en Panamá la conferencia internacional de la FAO, Organismo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Las sesiones se centraron en la agricultura familiar, alternativa y sostenible, en análisis de la situación mundial y sus perspectivas, y en ejemplos exitosos, pero aquí nadie escuchó. Si no escuchamos, no podremos entender, y si no entendemos, no podremos proponer soluciones sensatas e integrales, y mucho menos ejecutarlas y obtener resultados.

El caso reciente de Bocas es un ejemplo de falta de entendimiento. Se acusó y culpó a los trabajadores, sindicalistas e indígenas de ignorantes, subversivos y borrachos, y en base a estas apreciaciones se arremetió salvajemente contra esta incomprendida población. Ni en los 21 años de la dictadura se perdió tanta visión de ojos como en esa aciaga semana. Ahora han descendido en Bocas con regalitos y prebendas, pero aún no entienden el problema y qué lo causó. Se limitan a ver los síntomas pero no las causas. Ven la fiebre en la manta y no en el paciente.

En Chiriquí tenemos varios temas en progreso que son preocupantes y que ojalá no sean causales de un nuevo Bocas o algo peor. Algunos de éstos son: La Ley 30, o chorizo, por la que se afecta la aplicación de los estudios de impacto ambiental, entre otros; la pretendida explotación de la mina de cobre de Cerro Colorado en la comarca Ngäbe Buglé; el engavetamiento de los procesos de descentralización; la pretendida gran carretera de David a Almirante, pasando por Boquete, totalmente inconsulta, costosísima, destructiva e innecesaria; la falta de una política energética y agropecuaria, y la forma inconsulta, arrogante e irresponsable de imponer planes, programas y leyes a la población.

El 22 de julio pasado el presidente Martinelli nombró una comisión para estudiar lo ocurrido en Bocas y determinar responsabilidades. Nos sentimos optimistas por la calidad y honorabilidad de los integrantes de esta comisión, y los exhortamos a escudriñar en las causas, en las razones por las cuales ocurrió este desbordamiento lamentable.

Asimismo, exhortamos al Gobierno a que se asesore bien, escuche, trate de entender, y ojalá acordemos un modelo de desarrollo socio-económico sostenible e integral para el país. Apreciamos el interés, el dinamismo, y la urgencia del presidente Martinelli en promover la inversión en el país, pero el actual modelo de atraer inversión sin importar las consecuencias, bajo el supuesto de la “derrama en cascada”, simplemente no es aceptable. Recordemos a Bocas, entendámoslo, meditemos y actuemos consecuentemente.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

A cielo abierto, Opinion, LP. Ago 30

Berna Calvit

Al leer que la tina de lixiviación en Molejón, distrito de Donoso, provincia de
Colón, está a punto de desbordarse (La Prensa 21/8/2010), dediqué varias horas a
informarme sobre la minería a cielo abierto (MCA). Por razones de espacio me
limito a lo básico y empiezo por citar del diccionario que la "ecología es la
ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su
entorno"; y ambientalista, "el que se preocupa por la calidad y la protección
del medio ambiente".

La roña de los que se afectan por la vigilancia y denuncias de los
ambientalistas, los lleva a calificarlos de "terroristas sociales"; de
retrógrados soñadores opuestos al "progreso", insensibles a las necesidades
sociales, más interesados en cuidar animalitos y árboles que en la economía. En
el pueblo de Antón, donde viví varios años cuando niña, era común comer "carne
de monte"; no nos mortificaba el consumo de huevos de iguana o de tortuga; para
los muchachos matar pájaros con "biombo" era diversión.

Años más tarde empezó a hablarse de especies en peligro de extinción; del daño
que ocasionan al suelo las "quemas"; de agujeros en la capa de ozono, rayos
ultravioleta y cáncer de piel; de la toxicidad de los pesticidas y otros
perjuicios que causábamos, a veces por desconocimiento, a veces por codicia y
afán de enriquecimiento a cualquier costo. Ante el preocupante estado de salud
del planeta Tierra, vale preguntarse cómo estaría de peor de no ser por la
ecología, los ambientalistas, y el valioso apoyo de profesionales de la
medicina.

Gracias a la presión contra los fabricantes de productos tóxicos, estos buscaron
alternativas y nuevas tecnologías; se eliminó el plomo en los combustibles y
muchos países dejaron de usar gases refrigerantes nocivos para la capa de ozono.
Es falacia que los ambientalistas se oponen al desarrollo económico que
beneficia al trabajador; nunca pidieron que dejaran de fabricarse automóviles,
combustible, y acondicionadores de aire. El propósito de la lucha resultó en
beneficio para todos.

La historia de la minería para extraer oro, cobre, diamantes, esmeraldas y otras
riquezas, es de devastación, miseria, corrupción, guerras. Conmueve ver imágenes
de la República Democrática del Congo o de Sierra Leona, en África, donde el
rostro descarnado de la miseria y la devastación más absoluta revela que las
riquezas se la llevan poderosos consorcios extranjeros que además fomentan, para
sus propósitos, la corrupción de los gobiernos. Tras largos años de estudios, el
consenso de los expertos es que "ninguna actividad industrial es tan agresiva
ambiental, social y culturalmente como la MCA".

El tóxico cianuro es vital en la lixiviación, que consiste en tratar una
sustancia compleja (un mineral) con un disolvente adecuado para separar sus
partes solubles de las insolubles. Son accidentes de graves consecuencias las
filtraciones en los forros de las tinas, o el desbordamiento; el contenido,
absorbido por la tierra contaminará las aguas superficiales y las subterráneas.

El proceso de la MCA empieza con despojar de vegetación grandes extensiones de
terreno; esto ocasiona desertificación, erosión y empobrecimiento del suelo; la
fauna pierde su hábitat y algunas especies desaparecen. Allí está, como
testimonio, la abandonada mina Santa Rosa, en Cañazas, área que parece paisaje
lunar; es lo que queda cuando, agotada la riqueza, los explotadores recogen sus
bártulos y se marchan dejando los despojos de efímeras bonanzas y como herencia,
miseria, resentimientos, y daños permanentes a la salud y la naturaleza.

Petaquilla Gold no ofrece a los lugareños espejitos y abalorios inútiles, como
los conquistadores españoles; ofrece reforestación, capacitación técnica y
construcción de escuelas y centros de salud. Incluso si cumplieran, no se
compensará el daño irreversible que dejarán tras de sí gracias a la complicidad
de gobiernos cuyo interés primordial es "la economía".

Petaquilla Gold, desde sus inicios, viene manchada con graves faltas. Aún así,
la Autoridad Nacional del Ambiente ha sido poco exigente, tal vez para no
contrariar los intereses del Estado expresados por Henríquez, ministro de
Comercio e Industrias, quien dijo: "Habiendo logrado mayores beneficios para el
Estado, yo procedí a dar el permiso de producción comercial a Petaquilla Gold".
Esta actividad, señores del Estado, es "pan para hoy, hambre para mañana"; los
minerales no son recursos renovables. Nuestra vecina, Costa Rica, le cerró el
paso a la MCA. Aquí le abrimos las puertas.

Nuestra ignorancia sobre los efectos de la MCA conviene a los interesados. No
aceptemos el "desarrollo" que perjudica. Exijamos a las autoridades que hagan
cumplir las máximas medidas de seguridad en estos proyectos; que se cumplan las
medidas de mitigación y, sobre todo, que velen por los intereses y la salud de
los ciudadanos. Los ambientalistas juegan un papel clave en estas luchas.
¿Terroristas? Sí: contra la destrucción y la miseria.