El paso del Risacua fue alguna vez un populoso balneario
Los ríos en la provincia de Chiriquí necesitan una importante inversión para desarrollar el turismo interno.
PELIGRO. Los davideños dejan de ir a los ríos. Los consideran peligrosos por la influencia de hidroeléctricas y la contaminación. ESPECIAL PARA LA PRENSA/Boris Gómez (pie de foto)
Virgilio González, el trabajador de una estación de combustible en la ciudad de David, dice que ha dejado de ir a su querido río Chiriquí.
“Uno no sabe cuándo el río va a crecer. Sucede de pronto, aunque estemos en el periodo seco. Es peligroso y temo que eso provoque una tragedia en la familia”, declaró González.
Él es parte de los miles de chiricanos que están dejando de ir a los ríos, ya sea por que están contaminados, por mínimo caudal, por falta de seguridad o por el peligro de crecidas.
La tendencia en Chiriquí es que las familias están comprando piscinas de plástico, las llenan cuando hay servicio de agua y se quedan en casa a refrescarse, dijo.
Los temores del trabajador son confirmados por el consultor ambiental Eberto Anguizola, quien llevó a cabo un estudio de las cuencas en Chiriquí en el año 2006.
Según Anguizola, González tiene razón de ser precavido. El río Chiriquí forma parte de la cuenca 108, que es la del río Caldera y a lo largo de su cauce hay tres importantes hidroeléctricas.
Esas hidroeléctricas represan el agua. Para generar la energía la pasan por turbinas y luego la liberan.
“Las empresas generadoras deben establecer sin fallos un sistema de alerta temprana para poner en aviso a todas las comunidades de que el caudal del río va a crecer”, opinó Anguizola.
Mientras tanto, el director regional de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam), Harmodio Santamaría, señaló que investiga el caso.
“Sabemos que al momento de generar la energía se lleva a cabo la liberación de agua, pero entendemos que son volúmenes que no modifican tanto el caudal”, explicó.
Por su parte, el ambientalista Raúl Montenegro opinó que se debe analizar bien el problema de la liberación de las aguas.
“Cuando se libera agua sin avisar, todo lo que esté río abajo, corre peligro”, opinó Montenegro.
Sufre el turismo
El paso del Risacua (río David) fue alguna vez un populoso balneario, donde cientos de personas iban a divertirse los fines de semana. En aquellos años se decía que el foráneo que se bañaba en el famoso paso no volvía a su lugar de origen y se quedaba en Chiriquí.
Milagros Sánchez, historiadora davideña, señaló que hace unos 30 años se invirtió para que la gente lo visitara cada fin de semana, pero esos proyectos fracasaron.
“La vida de David estuvo unida como dos gemelos siameses a la pureza del río. En los años veinte del siglo pasado había un zarzo y hasta clubes de natación”, explicó Sánchez.
Pero hoy el paso está casi solitario. Algunos valientes se atreven desde el puente a pescar con cuerda, sin miedo a la contaminación.
“Ya no es recomendable bañarse por la contaminación. Se necesita un programa de manejo para recuperar el río”, declaró Eberto Anguizola.
Hay un crecimiento habitacional sin planificación en materia ambiental cerca de la cuenca del río Caldera, que tiene sub cuencas como la del río David y el Chiriquí. Lo antes posible se deben implementar acciones sobre este problema, declaró Anguizola.
El director de la Autoridad de Turismo, Erick Oribarra, acepta que los ríos necesitan inversión para desarrollar el turismo interno.
“Esperamos que el sector privado desarrolle proyectos turísticos en los ríos y para eso trataremos de hacer una campaña con las alcaldías”, dijo.
“Nosotros podemos conseguir fondos para infraestructura de balnearios, pero se tiene que organizar la comunidad que debe desarrollar y administrar los proyectos”, indicó Oribarra.