Juan B. Gómez
PERIODISTA
En el gobierno anterior, un día publicaron el artículo de un economista que defendía la construcción de hidroeléctricas en nuestro país. (La Prensa, Carlos Ernesto González Ramírez, 21 de julio 2008). El decía: “ Yo me atrevo a asegurarles a estas personas (las que nos oponíamos a la construcción de hidroeléctricas) que se equivocan. No es cierto que las hidroeléctricas sean inversiones destructoras de la naturaleza (si se llevan a cabo en apego a las normas vigentes para la protección del medio ambiente). Y no afectan los ecosistemas de forma negativa”.
Yo le contesté al señor González Ramírez (La Prensa, 25 julio, 2008). Para esos días, yo había recibido una caudalosa información procedente de España, con opiniones completamente diferentes. En esa valiosa y oportuna documentación señalaban cómo habían destruido cada río español en donde colocaron hidroeléctricas. Leamos: “En pleno río Limia, un río histórico, Energía Orensana S.A. mete una minicentral que es una auténtica salvajada. No respeta nada, ni el caudal ecológico, ni tiene escala ni nada que se le parezca; es la explotación a costa de todo. Una vergüenza”.
Y lo mismo ocurrió en todos los ríos en los que se construyeron hidroeléctricas. El río Tuño “ da pena verlo, ha quedado inservible”. El Edo, “ esta minicentral es penosa. Las escalas son una burla al ciudadano. El Cerves, el Deva, el Barbantiño…”
“ Las minicentrales que se construyen son la mayoría privadas y por lo tanto sujetas a obtener el máximo lucro”. “ El número de minicentrales, de momento 300 en Galicia, es de locos. Son todas subvencionadas por lo tanto es un auténtico negocio, y por el contrario el control, al menos de las de Orense, es nulo. Son los amos y hacen lo que les viene en ganas en el río. No hay vigilancia de ningún tipo y producen la muerte del río en muchos kilómetros”.
“ Desaparecen la trucha y otras especies”. “ El lugar queda desgraciado turísticamente e incluso las orillas se vuelven lugares peligrosos”. “El 10% del caudal ecológico, generalmente es de vergüenza y no permite vivir ni a las ranas”. “Podredumbre es todo lo que queda debajo”. “A las especies migratorias, truchas, salmón, anguilas, se les corta el ciclo, además muchas mueren en las turbinas de la central”. “ Las desgracias están preparadas en cualquier río que tenga una presa”. Todas estas advertencias no sirvieron de nada, y siguieron instalando hidroeléctricas, por los menos en Chiriquí han instalado un montón. ¡ Vayan a ver cómo ha quedado el caudaloso río Chiriquí Viejo, el río de Dolega o el río Piedras!
Y ahora pretenden explotar cobre en Cerro Colorado; y vienen con el mismo argumento de las hidroeléctricas: “ No se va a producir ningún daño a la Naturaleza”. ¡Quién fuera multimillonario para darle al Gobierno los 75 millones de dólares que les darán las empresas explotadoras de cobre, y que nos dejen a Cerro Colorado con sus ríos y sus potenciales riquezas para la agricultura y la ganadería que ahora van a destruir¡