MARCHA INDÍGENA
El espíritu perdido de Panamá
Leila Shelton-Louhiopinion@prensa.com
Es fácil voltear la mirada y decidir que lo que le sucede a nuestro prójimo es “problema de él”. De la misma manera, es fácil decidir que “no tengo tiempo” para tratar con algo que “no tiene que ver conmigo”. Esa actitud, si llega a extenderse, puede destruir la fundación de una sociedad y recortar su potencial futuro. Sus consecuencias ya se sienten en Panamá. La indiferencia mostrada hacia la situación de los nasos, que han sufrido un tratamiento inaceptable, no sólo en contra de convenios mundiales, pero tan inhumana que da vergüenza, nos indica el peligro en que estamos todos.
El no involucrarnos, no cambia los hechos. Ni cambiará la certeza de que si no los defendemos a ellos nos tocará lo mismo a todos en el futuro. Ya hay panameños que han tenido que abandonar sus hogares por el capricho de terceros que les han hecho daños sin que la sociedad los defendiera. Sólo hay que mirar el caos en la ciudad de Panamá (construcción descontrolada, desechos tóxicos de industrias que “ahorran” al no usar filtros, pasándole la cuenta a los vecinos afectados) para entender que ya no es sólo “problema de él”. Más que nunca, “el prójimo” somos nosotros mismos.
La situación de los nasos, fríamente desalojados de tierras con riquezas naturales, conservadas por ellos, que benefician a toda la humanidad, se ha dado porque ahora esas riquezas le interesan a terceros. Esos recursos, patrimonio futuro del país, son nuestra cuenta de ahorros que no debe ser saqueada. Vivimos de lo que nos dan. Los nasos lo entienden.
Al defender sus tierras, no están defendiendo “su” forma de vida, sino “nuestra” forma de vida. A la gran movilización indígena, campesina y popular – que salió caminando de Chiriquí el 16 de septiembre se están uniendo más y más grupos preocupados por el futuro de Panamá. La movilización tiene previsto llegar a la ciudad de Panamá este 6 de octubre.
No podemos decir “no tengo tiempo” y “no tiene que ver conmigo” y seguir siendo el mismo país que siempre supo valorar la diversidad de su naturaleza, su cultura y ciudadanía. Sólo ayudando tendremos la esperanza de frenar el caos en el que no sólo Panamá, sino el mundo está. El reconocimiento de nuestra responsabilidad individual se ve reflejado en nuestro comportamiento colectivo, iniciará el proceso de sanación que nos hace falta para reconstruir el espíritu perdido de Panamá.
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