VENTA AL MEJOR POSTOR
Mercado de aguas
Yakarta Ríosopinion@prensa.com
Las ansias de dinero, la especulación y los grandes intereses minan a los funcionarios de los sectores encargados de proteger y velar por nuestros derechos ciudadanos, seguridad, alimentos, educación y agua. La política de Estado que se está aplicando es venderlo todo: playas, islas, comarcas y agua, nada parece detener la voracidad de los señores diputados y la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam), que en medio de la corrupción institucional optan por vender nuestros ríos y quebradas al mejor postor.
El apresurado interés de debatir el polémico proyecto 278, en medio del desenfreno y euforia electoral, después de meses de dilación, nos lleva a la seria certeza de que continuarán otorgándose concesiones de agua hasta que se agote el último chorrito de nuestro terruño, y que la Anam no tendrá descanso hasta que se despoje a la nación de uno de sus más preciados recursos: el agua.
El proyecto tiene como norte el concesionar aguas, incluyendo a las comarcas indígenas y las tierras protegidas, además se podrán negociar las aguas “transfronterizamente”, es decir, que los países interesados en apropiarse de nuestras fuentes podrán firmar convenios internacionales para facilitar un nuevo tipo de colonialismo.
Este “hidrocolonialisno” será el nuevo límite de nuestra nacionalidad, condenándonos nuevamente, en el mejor de los casos, a lustros de dependencia y ocupación, ya sea por mercaderes inescrupulosos o especuladores del agua quienes se constituirán en nuevos piratas.
Con el proyecto 278, los diputados legitiman años de saqueo de agua, mediante leoninos contratos de concesión que condenan a nuestro país a seguir regalando el vital líquido a intereses mezquinos, contrarios al artículo 259 de la Constitución nacional que establece el agua como propiedad del Estado, y que las concesiones solo deben ser otorgadas para obras de interés público e interés social. Esto ha sido desoído por la Anam, que mientras discute el proyecto 278, otorga semanalmente concesiones permanentes, sin importarle en qué y cómo van a ser utilizadas estas fuentes y a sabiendas de que una vez otorgadas estas concesiones, resultará muy costosa su recuperación para el Estado panameño.
Estos malos manejos del agua han tenido repercusiones internacionales, cuando en audiencia en Antigua Guatemala el Tribunal Latinoamericano del Agua condenó moralmente al Estado panameño por la mala gestión del recurso; sin embargo, los mismos funcionarios que escucharon el fallo son los que se burlan de los panameños, aprobando un proyecto que legitima la especulación y saqueo de nuestra agua.