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martes, 13 de octubre de 2009
Muere el río Chiriquí Viejo, LP 13 oct, 2009
MEDIO AMBIENTE
Muere el río Chiriquí Viejo
Anamaría Ospina Monroy
opinion@prensa.com
Si queremos a conocer una de las áreas más lindas de Panamá, por un medio poco común y muy divertido, a través del río, geográficamente el país ofrece un admirable espectáculo en un sencillo sistema de montañas que se extiende a lo largo del río Chiriquí Viejo, uno de los más extensos de la provincia de Chiriquí, que nace en las faldas del Volcán Barú y desemboca en el Océano Pacífico.
Con 128 kilómetros de longitud, el río es torrentoso, rápido y muy emocionante para los amantes del rafting, quienes recorren kilómetros de agua por la frontera entre Costa Rica y Panamá. A lo largo de su recorrido atraviesan algunas de las regiones más fértiles del país, observando una vegetación admirable y la presencia de diferentes tipos de reptiles y monos.
Es necesario que quienes disfrutan de esta riqueza natural la salven de aquellos que, por beneficio de unos pocos, actúan en detrimento del río y de los chiricanos, quienes se abastecen de la toma del agua de este río en el distrito de Barú y en Paso Canoa.
En el distrito de Renacimiento, en Baitún, donde comienza la travesía del rafting, se han devastado grandes extensiones montañosas, con dinamita, para la construcción de uno de los 10 proyectos de hidroeléctricas que atentan contra nuestra hidrografía y contra nuestro medio ambiente. Si visitamos el área, podemos ver cómo pasan de tres en tres los camiones articulados en medio del río, contaminándolo con diésel, y vemos cómo los desechos de cemento, silca y aceite viajan con la corriente. La deforestación y la tala de árboles es una actividad diaria.
El uso de las obras hidráulicas origina una regulación artificial de caudales que afecta profundamente a la fauna, no por las grandes fluctuaciones de nivel provocadas sino, también, por el desfase temporal en que ocurren respecto al ciclo vegetativo y por la contaminación del río en la incorporación al agua de materias extrañas, como productos químicos, así como residuos industriales que deterioran la calidad del agua.
La contaminación de ríos y arroyos por contaminantes químicos se ha convertido en uno de los problemas ambientales más graves del siglo XX. Cada año mueren unos 10 millones de personas en el mundo por beber agua contaminada, mueren peces y nos estamos muriendo nosotros, con los brazos cruzados. Muere nuestro río y no por viejo sino por nuestra culpa.
Qué ironía, mientras que en los países industrializados se están recuperando los bosques, gracias a las presiones sociales, reconviertiéndolos en atractivos turísticos, nosotros aquí estamos permitiendo un gran daño ecológico, que atenta contra nosotros mismos, contra nuestro turismo, contra nuestras futuras generaciones y contra nuestro río.
Así como unos recibieron la concesión y el beneficio económico para crear este desastre, en un futuro otros lo recibirán para la reforestación y reconstrucción de nuestras áreas verdes, así pues, gana el que tenga más dinero y no más conciencia social.
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