El hasta ahora caudaloso río Chiriquí Viejo ha sido tomado por tractores y
retroexcavadoras. Seis proyectos hidroeléctricos se construyen en el abundante
caudal. Y hay otras dos concesiones que aún no se desarrollan.
Para los inversionistas –entre los que está el hombre más rico del mundo, Carlos
Slim– , el río es perfecto para garantizarle energía más barata al país. Sin
embargo, los grupos ambientalistas chiricanos tienen otra visión del asunto y
están dispuestos a dar la batalla.
Chiriquí aporta más del 60% de la energía hidroeléctrica que se consume en el
país y solo en la cuenca del río Chiriquí Viejo –incluyendo sus afluentes– se
proyecta la construcción de 20 hidroeléctricas.
En esta cuenca se ubican las zonas más productivas de la provincia y "estos
proyectos serán construidos en cascada, donde el agua que sale de uno
inmediatamente es capturada para la operación de la siguiente hidroeléctrica, lo
que es preocupante", afirmó Jorge Pitty, oficial de proyecto de la Fundación
para el Desarrollo Integral, Comunitario y Conservación de los Ecosistemas en
Panamá (Fundiccep).
Raquel Coba de Boyd, miembro de la Asociación Colibrí, advirtió que se están
utilizando los ríos más importantes de la provincia para estos proyectos, sin
importar la afectación que se producirá en acueductos, potabilizadoras y pueblos
que viven en sus riberas. Se pregunta qué hará la gente cuya economía y vida
gira en función de esos ríos que han sido concesionados por 30 y 50 años.
La Autoridad Nacional del Ambiente asegura que los proyectos hidroeléctricos que
se desarrollan en el país han cumplido con los estudios de impacto ambiental,
que incluyen planes de mitigación, pero los ambientalistas dudan de los
controles y la supervisión.
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