Paco Gómez Nadal paco@prensa.com
La mentira y los negocios son los dos ejes que explican la política del gobierno de Ricardo Martinelli & Cia. Aunque hoy podría escribir desde el dolor y la frustración –que están muy presentes– o desde el cansancio, quiero hacerlo desde la reflexión y el análisis. Es lo mínimo que les debemos a los dignos ciudadanos ngäbes y buglés que están dejando su sangre y su energía para defender el interés público de todas y todos los panameños.
La nueva ola de represión desatada por el Gobierno no puede hacer olvidar que se trata de una estrategia que se ha repetido en estos dos años y medio. Los ngäbe-buglé se han convertido en la piedra en el zapato de un plan de negocios camuflado de populismo barato y sostenido por el excesivo y sobrecalentado aluvión de plata. No hay gobierno que aguante lo que éste si no fuera por la chequera alegre que compra voluntades y conforma a los más excluidos con subsidios de miseria, pero que alivian la dureza cotidiana.
Ricardo Martinelli solo actúa por interés económico. Así lo ha hecho siempre. Instaló un puente aéreo que pagarán todos los panameños con sus impuestos, no para ayudar a los atrapados en el tranque de la Interamericana, sino para que la sección de frutas y verduras de los Super 99 no se quedara vacía (así lo demostró descargando cajas en persona); ha llevado al país a una situación de caos y de intranquilidad social de forma irresponsable solo por hacerse el machito y por provocar una reacción violenta de los manifestantes que justificara, después, lo injustificable.
El Gobierno sostiene una política de mentiras que está íntimamente ligada a los negocios. Sí, Martinelli traicionó los acuerdos firmados con la Coordinadora Ngäbe en 2011. El artículo 5 de la Ley 415 es claro al prohibir el desarrollo de proyectos mineros e hidroeléctricos en la comarca, y el Gobierno estaba tranquilo con esa restricción hasta que Martinelli entró a negociar con sus amigos Gaby Btesh y Felipe Pipo Virzi (¿recuerdan la famosa polémica por el terreno del vendedor de flores en Paitilla?), los propietarios del polémico proyecto de la Central Hidroeléctrica Tabasará, en plena comarca Ngäbe Buglé.
Para lograr sus fines económicos, no tiene problema en poner a todo el aparato del Estado a su disposición o de reprimir con violencia y balas a miles de ngäbes que lo único que reclaman es que el Estado cumpla con lo firmado.
Miente el Gobierno y para hacerlo utiliza al peor enemigo de Panamá en mucho tiempo: José Raúl Mulino, un peligro público que es el máximo responsable de la seguridad del país. Mulino ha mentido descaradamente en las últimas 72 horas sobre el corte de la telefonía celular en las zonas de las protestas, se contradice, enmienda las versiones y nada pasa. Ha mentido el pusilánime Fábrega, ha mentido el apaga incendios pirómano de Shamah, mienten todos descaradamente y luego reúnen a los dueños de los medios de comunicación y a los empresarios para hacerles compartir la mentira.
Pero algo ha cambiado en Panamá respecto a la represión en Bocas del Toro de 2010 o a la violencia en la Interamericana en febrero de 2011. El domingo, tras el asesinato de un joven ngäbe, las heridas de decenas de manifestantes y el estado de excepción impuesto por la policía militar de Gustavo Pérez y Mulino en la carretera, en San Félix o, incluso en David, los manifestantes volvieron a los cortes, los indígenas emberá salieron a la calle, los estudiantes y obreros, también. Es posible que el Gobierno logre ganar aparentemente esta batalla (aunque eso está por ver), pero está perdiendo la guerra del miedo, porque cada vez más gente le está perdiendo el respeto y apuesta por la dignidad.
“Las mentiras tienen las piernas muy cortas”, me decía mi abuela para enseñarme el valor de la honestidad. “Los negocios tienen las manos demasiado largas”, le diría yo a los que creen que tienen al Gobierno de su parte. Que Panamá vive en autocracia, nadie lo duda, que está a punto de superar el embrujo de la mentirocracia, tampoco.
El dolor y la rabia convertidos en rebeldía y dignidad son los ejes que explican el porqué de la tenacidad y la resistencia de los ngäbe buglé y de miles de panameñas y panameños que no lucharon por la soberanía y la libertad para ver cómo ahora se vende por un par de balboas en una casa de empeño.
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