Donaldo Sousa Guevara: Sobre la COP21 de París y nuestro sistema contaminado
Donaldo Sousa Guevara |
Los resultados de la vigésima primera Conferencia de las Partes Sobre Cambio Climático (conocida como COP 21), celebrada en París, son meros paliativos ante el terror que representa el calentamiento global del planeta para los seres vivientes. Por lo que se desprende de esta conferencia, el panorama no es nada bueno, porque el propósito de detener en dos grados centígrados el calentamiento de la Tierra y luego en 2100 lograr los niveles anteriores a la industrialización, es decir, de 1.5 grados centígrados, es un gran engaño, pues no se toca el origen de la contaminación que se encuentra en las actividades del sistema económico financiero actual, que no es sostenible.
Tenemos un crecimiento exponencial material sin límites mediante una violenta explotación de los recursos naturales, lo que ocasiona grandes daños a la vida del planeta y a toda su dimensión ambiental. La COP21 ha demostrado una vez más cómo los Estados, sus mandatarios, sus ministros de Ambiente y demás autoridades se pliegan al poder económico irracional, sin que cuente lo formulado por los científicos, por numerosos institutos y centros de investigación sobre la destrucción y muerte de nuestro planeta.
De continuar esta degradación sistémica, de la que se afirma que ha llevado al límite la sobrecarga del planeta; es decir, que le queda poca biocapacidad para atender las demandas humanas, y si mantenemos el actual estilo de desarrollo, necesitaremos varios planetas Tierra, dentro de pocos años. Esto ha sido científicamente calculado.
La COP21 propone y mantiene el mismo desarrollo que asesina a la Tierra. El documento final que se desprende de la conferencia de París está desprovisto de elementos que demuestren que en realidad se ha logrado un salto de calidad histórico para la defensa firme del planeta y, por ende, de la vida de los seres que de ella dependemos. Esto delata entreguismo al sistema imperante, porque en el documento final ni siquiera se utilizan palabras dirigidas a la naturaleza y a la Tierra, mucho menos con algún contenido bioético, algo que para las personas que luchamos por un verdadero cambio sistémico dirigido a la vida digna es fundamental.
Los representantes de los países reunidos en la COP21 no tomaron en cuenta las conclusiones científicas de los estudiosos del cambio climático y qué hacer para detenerlo, menos la última encíclica del papa Francisco Cuidando de la casa común. El texto final de la conferencia se ampara en la tecnocracia, tan criticada por el Papa en su encíclica, como si ella pudiera solucionar el problema. Todo está dirigido siempre a mantener el actual desarrollo criminal del materialismo actual.
Las metas de la COP21 son totalmente irreales, al mantenerse y fundamentarse en el mismo sistema. No cambian nada en cuanto a una real cura del planeta y su enfermedad mortal causada por el sistema imperante, en el que las normas e intenciones no se toman en cuenta. La realidad es que se seguirán utilizando las energías fósiles debido a la necesidad de mantener la irracional progresión geométrica de la economía de acumulación, como manifiestan los científicos, con las graves consecuencias ecológicas para la vida del planeta. Todo esto lo confirman en nuestro país las políticas de mantener, por años, plantas termoeléctricas altamente contaminantes, entre otros elementos que aceleran el cambio climático.
En vista de ello, es falso que la cumbre de París sobre cambio climático haya sido un éxito. Al contrario, la destrucción de nuestro planeta continuará de forma despiadada. Para estabilizar el clima y evitar la afectación de la vida se requiere de un real salto de calidad histórico sistémico.
Por lo manifestado, convocamos a todos los ciudadanos a luchar para lograr este cambio, que se deberá iniciar en cada uno de nuestros países para tener una sociedad que realmente responda a los seres vivos. Una sociedad en que la ciencia y el conocimiento tengan la mayor fuerza política posible, pero siempre en función de la vida digna; es decir, una sociedad “biocrática”.
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