EL SALVAJE - Un gigante de piedra
"El Salvaje" era un gigante de piedra que recorría la cordillera gritando y asustando a toda la gente. Como no tenía coyunturas él no podía sentarse nunca y para descansar se recostaba en las montañas. De la cumbre de Cerro Hornito daba un paso y quedaba en Cerro Viejo; daba otro paso y quedaba en la India Vieja y de allí a Cerro Horqueta y por último a los Picachos que quedan tras el Barú. En la mano llevaba una rama de árbol arrancada al pasar en su viaje, viaje que luego repetía al revés, perdiéndose entre los riscos del Pavón y Cerro Iglesia más allá de las montañas de Tole. Se decía que el "Salvaje" tenían una jauría de perros encantados a los que llamaba con el grito de "Chopo, jo, jo", y al que los perros contestaban con un ladrido distinto pues en vez de decir "jau, jau" dicen "jei, jei" en tono como de lamento o de temor.
Cuando el salvaje recostado en las rocas del Barú, se rascaba con ellas la espalda, temblaba la tierra.
Muchos cazadores y guaqueadores perdidos en las oscuras selvas cuentan que han oído los gritos del "Salvaje" llamando a sus perros, y hasta alguno ha visto su enorme cuerpo de piedra, inmóvil y silencioso entre los montes.
*Posiblemente el origen de este "cuento remoto" se halla en la existencia de estatuas colosales, dispersas entres los bosques, unas casualmente halladas, como los monolitos de Barriles; otras vistas de paso y otras aún no descubiertas.
Referencia: Beatriz Miranda de Cabal. 1974. Un pueblo visto a través de su lenguaje. 113 pp.
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